SIPNOSIS BIOGRÁFICA (1) DE SARA-CLARABELLA MAX, por Felipe Mistolio


Clara-Sarabella Beautifreigel Schindfield nació en 1968 en la hermosa villa de Frühlisgstadt, hija de una familia de pequeños comerciantes cuyos antecedentes se remontan al pequeño mundo de los hermanos Grimm. Su padre, el Dr. Maese Johann-Johannes Beautifreigel, era diseñador de suelas de zapato industrial y proporcionó a Clara-Sarabella una esmerada educación técnica en esta profesión. Pero fue de su madre, Clara-Sofia Schindfield, de quien Clara-Sarabella heredó... (ver más en SIPNOSIS (1) BIOGRÁFICA DE SARA-CLARABELLA MAX, por Felipe Mistolio (2))

(El éxito, la doncella y el falogocentrismo)

Este mes he sido víctima de una racha de éxitos aplastantes que no pueden sino ser perversos para mi creatividad interna. Mi ego se ha crecido tanto y de tan mala manera que no me permite escribir, componer, dibujar, etc..., nada sin que el recuerdo de dichos éxitos populacheros impidan mi labor creativa. Además, el recuerdo del éxito me hace temer que a partir de ahora todo sean fracasos estrepitosos. De nuevo la visión pesimista se vuelve en mi contra.

  Además, las palabras de M a este respecto eran muy claras. Mi sinceridad debería estar por encima de todo.

  Me aburro. No sé por qué escribo. Mi mente no debería perder el tiempo en redactar este tipo de literatura barata. Sé que en el fondo estoy llamada a una misión más alta. Debería quizás contratar un secretario joven y de buen ver que me resuelva todos estos problemas materiales. Deberá también servirme el café y pagar por los siglos de acoso sexual al que mi sexo ha sido sometido en el pasado.

También necesitaría que alguien manejase el Fax que me compré la semana pasada para mantener al día mis relaciones públicas. Las dos veces que he intentado mandar uno no alcanzo a saber lo que ha pasado, pero suena un horrible pitido, mi papel desaparece como por arte de magia, perdiéndose en algún desconocido punto del espacio, y finalmente sale por otra ranura una imagen de un pene retorcido con pústulas que se asemejan a pistachos mal abiertos y que gritan “¡ya!”. Quizás sea una bromita de algún graciosillo, o un mensaje de algún granuja del más allá que pueda infiltrarse debido a un efecto güija de mi aparato electrónico.
Como puede verse, por más que intento huir de la cultura fálica, no lo consigo.

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