Apunto aquí algunas de las cosas que puedan ayudar a vencer la angustia existencial en los días inundados por ella:
Ponerse a ver una película del tipo consolador: Casablanca (si se padece de nobles desamores), Lo que el viento se llevó (si se tiene un impulso grandioso y trágico inclinado hacia la autocompasión), o, para cualquier situación –no falla- Sonrisas y lágrimas (especialmente la escena de My favorite Things y la tormenta).
Es recomendable estar en cierto estado de embriaguez para poder soportarlas y dejar aflorar sin pudor la lágrima fácil.
Para estados de una ansiedad más bien agobiante recomiendo la huida al hiperespacio (Star Wars, con el toque de Harry que permite infiltrar un poco de ensoñación amorosa) o un paseo por el Planeta Prohibido.
Sin embargo, si se trata de liberarse de la carga de penosas responsabilidades (exámenes, por ejemplo) o de estados de profunda depresión, no hay nada como un choque terrorífico (Aliens, La mosca, Viernes 13...) o mejor aún una buena catástrofe, ya sea de tierra, mar o aire (Terremoto, Titanic, Aeropuerto...) o incluso, para estados realmente graves, una “combination of the Two” (escucho a Janis Joplin en este momento): la invasión de los ultracuerpos o similar. Es especialmente grata la mezcla de miedo y desesperación por el final que afronta la especie humana, pero lo realmente positivo es que si tu te jodes los demás igual o más (pues tu siempre podrías ser la protagonista que se va con el chico, aunque quede en el aire si él también será un alienígena disfrazado. Total este es siempre el riesgo de elegir pareja, eso sí, sublimado artísticamente).
En fin, estas reflexiones me sugieren que quizás, dada la profundidad y sutileza de mi análisis, podría hacer breves incursiones en la crítica cinematográfica.
(Se me olvidaba: son esenciales las palomitas y las patatas con cerveza, como mínimo. Pero es mejor un buen chuletón convenientemente acompañado de vino y guarniciones varias)
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