No nos engañemos: sufro de amor. Si, ayer conocí a un tipo que no tiene nada de especial ni de interesante. Ni siquiera parece una buena persona. Su interés por mí se demostró absolutamente pasajero e incluso interesado –egoístamente. Parece dispuesto al engaño y a las jugadas sucias, de esas que un amigo nunca te haría. Sin embargo, lo esencial es que le vi y me enamoré. Creo poder explicar porqué: su manera de colocar el pie izquierdo, ligeramente deformado por un mal hábito en el caminar, oscilando al andar de una forma sutil y emotiva hacia el lado derecho y luego volviendo a su posición natural mediante una pequeña curva hacia el lado izquierdo, me cautivó. Es quizás este detalle el que hace inevitable que desde la observación de esta peculiaridad mi vista se deslice desde el pie hasta la rodilla y luego más arriba, y a partir de ahí siento una extraña turbación que me susurra “es él”. Sí, estoy segura, eso fue lo que me cautivó y ahora sufro de amor.
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He meditado durante largo tiempo sobre escribir un libro de consulta, serio y documentado, que sirva de asesoramiento a los amantes en sus sufrimientos de amor. Un modelo de estructura podría ser el enciclopédico, bajo la influencia de los modelos de Diderot y la Ilustración francesa en general. La extensión prolongada de los artículos (como en el Espasa) tiene la tremenda ventaja de que su lectura suministraría prolongado entretenimiento a sus consultores, que verán así una fórmula para matar su tiempo pensando en el amado. Pero tiene a su vez un terrible inconveniente: su ineficacia a la vez que fomenta la tendencia a la inactividad (imaginemos por un momento qué terrible y contradictorio efecto tendría que el amante lector estuviese tan deleitado con la lectura de estas páginas que contestase grosera o desganadamente a una llamada telefónica que podría ser la de su amado). Por ello hay una fórmula que cada vez me resulta más tentadora: el modelo estructural de Simone Ortega en su libro “1080 recetas de cocina”, que representa un firme y exitosos compromiso entre información y brevedad, valores igualmente cruciales en la gastronomía y en el amor.
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