SIPNOSIS BIOGRÁFICA (1) DE SARA-CLARABELLA MAX, por Felipe Mistolio


Clara-Sarabella Beautifreigel Schindfield nació en 1968 en la hermosa villa de Frühlisgstadt, hija de una familia de pequeños comerciantes cuyos antecedentes se remontan al pequeño mundo de los hermanos Grimm. Su padre, el Dr. Maese Johann-Johannes Beautifreigel, era diseñador de suelas de zapato industrial y proporcionó a Clara-Sarabella una esmerada educación técnica en esta profesión. Pero fue de su madre, Clara-Sofia Schindfield, de quien Clara-Sarabella heredó... (ver más en SIPNOSIS (1) BIOGRÁFICA DE SARA-CLARABELLA MAX, por Felipe Mistolio (2))

15-5-98, Lunes. (O de la alienación del individuo en la sociedad contemporánea)

Qué amarga y terrible puede ser la más cotidiana de las experiencias. Hoy en el autobús he contemplado algo que ha ha hecho que el día se convierta en un suplicio marcado por la alienación del individuo en la sociedad contemporánea.

Junto a mí, en el autobús repleto de gente a las 7.30 de la mañana, de pie, apretujada y soportando estoicamente el atasco de tres cuartos de hora la falta de oxígeno y la abundancia de mala lecha que se respiraba, leía ávidamente una señora un libro cuya portada rezaba: “Cómo ser feliz”. Sentí que las lágrimas afluían a mis ojos, como Werther contemplando emocionado a su amada Carlota, y en el momento en que empezaba a sentir un infinito amor por la humanidad, un energúmeno me pisó el pie derecho y en vez de disculparse, como yo esperaba, me dijo groseramente que quitase mi mochila de su codo, y que estaba hasta el culo de que le estuviese clavando en el brazo mi carpeta de flores rojas con tonos grisáceos. Tras esto, no puedo describir con exactitud la sucesión de hechos que se desarrolló, pues entre los que defendían al señor y los que me defendían a mí se desarrollaron varias conversaciones paralelas sobres la ineptitud del conductor y sus manera brusca de conducir, sobre la cara dura del gobierno de la nación que no arreglaba el problema del tráfico –aquí otros terciaron no muy cortésmente aclarando que en todo caso sería culpa del ayuntamiento- y sobre todo, la más virulenta de las dos madres que disentían sobre cual de sus dos hijos había provocado el bofetón que mutuamente aunque sucesivamente se habían propinado el uno al otro, mientras el llanto de dichos infantes, al aumentar progresivamente de volumen, disparaba más y más el tono de las conversaciones simultáneas del conjunto. Todo acabó por fin cuando en el último frenazo el autobús no pudo volver a arrancar  y empezó a echar humo, por lo que tuvo que ser desalojado y nos tuvimos que quedar en la carretera esperando que nos vinieran a buscar. La aplicada mujer del libro seguía leyendo, comenzando ahora un capítulo llamado “Lo espiritual y lo material en la vida feliz”. Venía encabezado por una cita de Séneca que no pude leer bien. Para entonces yo ya me encontraba tan cansada físicamente que olvidé mis reflexiones filosóficas y me senté en una piedra a esperar el siguiente autobús oyendo en mi walkman una recopilación de Máquina Total.

No hay comentarios:

Publicar un comentario